Gracias al Profe Hugo por esto...
Institución educativa Escuela Normal Superior
Miguel de Cervantes Saavedra.
Guacari Valle.
PROFESOR:
Hugo Montenegro Manyoma
En este artículo, publicado en Presencias y ausencias Santa Fe de
Bogotá:
CORPRODIC, 1993, Abadio Green narra su experiencia como indígena cuna
que
recibe una educación en una cultura ajena; cuando regresa a su
comunidad
natal, analiza allí la importancia del lenguaje como elemento
integrador de
la cultura, capaz de afianzar la misma aún para alguien que no se haya
desarrollado en el ámbito cultura de origen.
LA EDUCACION DESDE LA CULTURA, UNA ALTERNATIVA.
Abadio Green Stocel*
Manipiniktikinya
“Nuestros jóvenes nos van despertando poco a poco. Nos están gritando
que
quieren saber más y conocer mejor a nuestra madre tierra, porque la
quieren
amar. Si a nuestros hijos los bañamos en nuestra mejor medicina pienso
que
serían grandes defensores de la madre tierra.
Desde niños debemos preocuparnos por instruirlos y poco a poco se les
debe
ir ahondando en los tratados de nuestra tradición. Bien sabemos que los
ocho
hermanos no se enfrentaron contra piler con una formación superficial
sino
después de haber pasado una larga prueba de aprendizaje, después de
haber
estado en la cuarta capa-estado de la madre tierra. En las mismas
escuelas
de nuestras comunidades debía haber la enseñanza programada de la
tradición
o historia Kuna; solamente así conseguiremos hombres capaces de sentir
el
dolor de la madre tierra”.
(Andrés Martínez. Coordinador del
Congreso General Tradicional Kuna).
*Teólogo de la Pontificia Bolivariana de Medellín y Magíster en
Etnolingüística de la Universidad de los Andes. Ha sido asesor
educativo de
la Organización Indígena de Antioquía (OlA) y Colombia (ONIC).
Investigador
de historia y lengua Tule, su experiencia educativa ha tenido como uno
de
los campos el Diseño de Currículo para la profesionalización de
maestros
indígenas de los pueblos indígenas de Antioquia.
Ipelele es nuestro abuelo sol y la mamá del sol se llama Nana Kapayay.
Como
me antecedió el recital poético, quiero comenzar con un poema que
escribí
cuando comencé a ver lo maravilloso que es tener una cultura.
Ipelele (EL SOL)
Nana Kapayai,
desde el fondo del río Tuiliwala,
sonrió con satisfacción
al mirar a sus hijos nacer
desde la tinaja de oro, de plata.
El gran río se estremeció;
las nubes se acoplaron para dialogar del gran nacimiento;
las distintas capas de la madre tierra
se acomodaron,
se fortalecieron
y promulgaron profecías.
El fuego se levantó
con su sombrero brillante,
para la lucha,
para señalar el camino de esperanza.
El viento volvió a danzar
como la primera vez
cuando papá y nána estaban formando a la Madre Tierra.
El agua roció las mejillas de la madre doliente,
para darles la gran noticia;
las plantas se vistieron
con sus mejores molas,
con sus mejores aromas,
para preparar la guerra.
El fuego,
el viento,
el agua,
las plantas
y los ocho hermanos,
volvieron la memoria
de mi pueblo Tule.
Las palabras que he traído de Andrés Martínez, iluminan la primera
parte de
esta charla en la cual quiero destacar la necesidad de una educación
desde
la cultura propia y para una afirmación cultural, para la construcción
y/o
consolidación de una identidad étnica. Les voy a hablar de la identidad
de
un pueblo, no les voy a hablar a nivel teórico ni superficial sino por
lo
que he ahondado en la problemática de la cultura.
Para comenzar, hago alusión a una historia de mi vida: no es nada fácil
que
un indígena intelectual vuelva a su comunidad; es muy raro porque las
presiones, el pulpo de la cultura dominante que cada día carcome, mata
la
conciencia de los pueblos; eso hace difícil que nosotros, los
intelectuales,
lleguemos a las comunidades, pero tampoco es un obstáculo; si algo
quiere
hacer uno, yo pienso que se puede lograr.
En mi cultura viví una época interesante desde mi nacimiento hasta los
seis
años; en estos seis años viví la cultura porque desde muy pequeño
acompañaba
a mi papá a la pesca, acompañaba a mis abuelos a extraer de la madre
tierra
los cultivos propios de mi cultura, y desde los seis años escuchaba los
cantos de arrullo que mi abuela me cantaba sobre la historia de
Ipelele, de
la madre tierra. Pero alguien decidió que yo debía ir a la escuela y me
acuerdo, cuando comencé a estudiar, tuve la oposición de mis abuelos
porque
decían que si yo estudiaba, no tendría cabida en el reino de los Tule
cuando
yo muriera. Por eso, ante las personas que me obligaban a que fuera a
la
escuela, rompía cuadernos, tiraba lápices y me enfurecía y no llegaba a
la
escuela; rodeaba la escuela y volvía a la casa. A los siete años entré
a la
escuela primaria, y desde entonces comencé a sentir la muerte porque el
primer día de clase tuve un maestro Tule, pero no me hablaba en Tule
sino en
español, no me hablaba de mis historias sino de las historias de otros
pueblos, la geografía de otros pueblos; era todo diferente, a la
escuela
llegó un cura para enseñar la religión católica. Cuando yo estudiaba en
Panamá no podía hablar en Tule: me cobraban mulita de 25 centavos de
dólar
si lo hacía.
Así pasé toda la escuela primaria; al menos en la primaria podía jugar
con
los niños en el recreo porque todos eran Tule, pero cuando llegué al
bachillerato era una mezcla: había indígenas pero la mayoría era de
otra
cultura. Los años más tristes de mi vida, la época más dura, pienso que
fue
la del cuarto bachillerato, donde unos sacerdotes vieron que yo, en el
futuro, serviría para ser cura. Me catalogaron: “éste va a ser cura en
el
futuro”; entonces me escogieron y me llevaron al mejor colegio de la
ciudad
de Panamá. Era un colegio racista, pero como yo pertenecía al gremio de
los
futuros curas me aceptaron; pero el racismo en el salón de clases era
tan
intenso que ni me provocaba hablar. Me quedaba callado porque hablaba
mal el
español: en la escuela primaria, hasta tercero bachillerato, no me
enseñaron
bien el español, o sea la parte de los códigos, la categorización, la
estructura del español, nunca la aprendí y la escuela tradicional
oficial
todavía sigue enseñando los mismos modelos en la escuela primaria.
Entonces
lo que hice fue no hablar. En Panamá se estudia bachiller en Letras, o
bachiller en Ciencias, bachiller Comercial o Pedagógico; yo estudié
Bachillerato en Letras y tenía que aprender latín, griego, español,
inglés y
francés; todos los profesores me llamaban al tablero y yo no hablaba:
sabía
que hablaba muy mal el español y la gente se iba a burlar de mí,
entonces
optaba por no hablar. Pasé así un año, pero hice tanto esfuerzo para
dar
buenas notas a nivel escrito que pude pasar a quinto de bachillerato.
Me
enfermé y me fui a mi pueblo, donde mi abuelo, a decirle que yo quería
un
tratamiento medicinal y me hicieron cuatro meses de baños medicínales,
alejado completamente de la comunidad en pura reflexión y eso me
sirvió.
Cuando volví otra vez a quinto de bachillerato comencé a asustar a la
gente
en el salón de clases diciendo que yo era el nieto de un Chamán
importante y
por eso podía convertirme en culebra o en león en el salón de clases;
la
gente creía eso porque ya existía la mentalidad en las grandes ciudades
sobre la magia del indígena y empezaron a respetarme.
Terminado sexto de bachillerato imaginen lo que perdí, porque no tuve
contacto con ningún otro Cuna y los elementos culturales se van
perdiendo
poco a poco; pienso que la forma como se enseña en el bachillerato es
la
muerte más rápida de lo profundo de una cultura. Los curas insistieron:
“éste va camino al sacerdocio, lo vamos a mandar a la Pontificia
Bolivariana
en Medellín”, y me mandaron a Medellín. ¡Qué cosa tan terrible! La
época en
que llegué a Medellín, en el 78 más o menos, era la ciudad más racista
que
he conocido: en los buses decía: “No seas indio, “indio patirrajado,
etc.,
esto era lo cotidiano.
Cuando sabían que yo estaba estudiando, no me reconocían como indígena.
Me
decían: “Tú eres un japonés”, porque no podían reconocer que el
indígena
también podía estar en la universidad. Después entré en conflicto y
empecé a
pensar: “¿Quién soy yo, soy cuna o quiero ser cura?” Entonces, ya en el
décimo semestre de Teología, opté por ser Tule y abandoné todo; seguí
estudiando por mi cuenta, me alejé del seminario y eso me hizo cambiar
la
mentalidad y volver otra vez a mi pueblo Tule*, volver a estudiar mis
tradiciones. Ya terminando la carrera de Teología salió el Postgrado de
Lingüística en la Universidad de los Andes; me metí allí a estudiar y
cuando
terminó había perdido gran parte de mi mundo. La universidad, el
postgrado,
abren todo un panorama donde te dicen “indio intelectual, indio
importante’,
todo el mundo te tiene en cuenta. La ONIC me empezó a mandar a nivel
internacional; me sentía importante aquí en las grandes ciudades.
Pero cuando volví a mi pueblo no valía porque no era agricultor. Para
volver
otra vez desde aquí y vivir allá, tratando de aminorar la ruptura con
esos
primeros seis años ¿qué tuve que hacer? Tuve que reconstruir y ese ha
sido
el trabajo más grande de mi vida y todavía lo estoy afrontando.
Yo quería llegar hasta aquí para decirles que el problema de la cultura
no
es nada fácil; la construcción de una cultura, la educación a partir de
la
cultura, debe ser la alternativa pero siempre y cuando haya la dignidad
histórica, social y de pertenencia. Pero para lograr eso no hay, que
especular, hay que vivir. Entonces para vivirlo me tocó coger el
machete,
coger otra vez el hacha, sembrar; empecé otra vez a trabajar en la
tierra y
empecé a conquistar una mujer Tule porque sino, tampoco podía estar
acorde
con mis discursos. Empecé a sentir que si me casaba con una compañera
de la
ciudad estaba traicionando a mi pueblo; yo tenía que regresar y asumir
lasconsecuencias de lo que me ofrecía mi pueblo.
*El Tule dice: “ naskuekal. Aquí aparecen dos consonantes juntas y esto
significa en la estructura de esta lengua que hay una vocal elidida; al
agrupar las vocales y descomponer la palabra tenemos: nae.sa-kue-kala,
que
significa verlo ir, marca el pasado, verbo hacer, posesivo, es decir,
que
para pensar yo en el progreso, tengo que saber mi historia, mi pasado,
mis
antepasados, porque ellos son los que alimentan mi vida presente, mi
proyección hacia el futuro. Sin ello significaría la asimilación total
al
sistema de pensamiento de una cultura ajena. En esta misma línea,
encontramos que Andrés se alimenta de la historia pasada para
recomendar el
presente y el futuro. Así como en la tradición: los siete hermanos e
Ipelele
pudieron triunfar en defensa de la madre tierra gracias al estudio de
los
fenómenos de la naturaleza para después aliarse con ellos. Se alió con
el
fuego, el agua, el viento y las plantas medicinales; así mismo hoy es
importante el conocimiento de la historia pasada porque deja enseñanzas
válidas para hoy. Entonces, ayer y hoy es importante beber de las
enseñanzas
pasadas. Tal vez, debe aclararse, que es una manera vital de ver el
pasado,
hasta el punto de que el conocimiento profundo de la madre tierra
permite
sentir su dolor. La historia para sentir y transformar”.
Por mi experiencia comprendí que la educación no había dado respuesta a
las
comunidades indígenas, que era un fracaso porque a donde se dirige la
educación oficial es la destrucción de las culturas; ese era el único
camino
que había y para que eso pueda cambiar ¿que tenemos que hacer? Nosotros
mismos tenemos que hacerlo; si esperamos al Estado nunca va a llegar la
propuesta que queremos. Cuando terminé Lingüística regresé y empecé a
decirle a mi pueblo que la lengua era fundamental y que debíamos
enseñarla
en la escuela, pero los viejos me decían: “Pero si nosotros hablamos
todos
los días nuestra lengua, ¿por qué vamos a enseñar la lengua en la
escuela?
Lo que nosotros queremos es aprender español y matemáticas, no más”.
A partir de la anécdota que les voy a contar comenzó a reflexionar la
comunidad sobre la importancia de la lengua dentro de la escuela, con
los
niños, que son la única garantía para el futuro.
Resulta que los viejos Tule se reunieron con los Emberá-Chamí, con los
Emberá-Catíos, una reunión que hace la organización indígena de
Antioquia
cada seis meses con los gobernadores. A una antropóloga se le ocurrió
preguntar en una de esas charlas informales, cómo decían en las lenguas
indígenas de Antioquia, “reloj”; el emberá dijo: “Mira, reloj no es
nuestra
palabra, es una palabra que trajeron, es española”. Y el cacique Tule
se
levantó y con gran orgullo, porque quería sobresalir ante los otros
indígenas, dijo que sí había en la lengua Tule “reloj”, que la palabra
era
watch; entonces todo el mundo se rió y el cacique nunca comprendió por
qué
la gente estaba riendo y nadie le explicó en ese momento.
Entonces hice un seminario de lingüística a los viejos y a la comunidad
y
partí de esa anécdota que le pasó al cacique; les dije que watch no era
tule
sino inglés, y comencé a sacar palabras que aparecen en la lengua tule;
por
ejemplo, los jóvenes dicen a los viejos “an or man de” pero esta
palabra “or
man de” viene de “old man”, viejo; aparece la palabra “newspaper”,
periódico, “rnusue”, pañuelo que aunque no sé cómo se dice en francés
creo
que es palabra francesa; y aparecen apellidos como “Greenstone”, etc.
Todo
eso no es gratuito, empecé a decirle a la gente que nuestra lengua
estaba
siendo afectada por la interferencia de otra lengua, que era muy
importante
comenzar a repensar, racionalizar lo que es nuestra lengua. Llamé a un
niño
de quinto de primaria de la escuela tradicional oficial y delante de
los
viejos le dije: “Cuénteme del uno al diez en tule” y él empezó a
contar:
“uno, dos, tres”, etc., en español. Le dije que en tule, y volvió a
contar
en español. Hice ver a los viejos cómo estamos perdiendo la lengua y
nosotros no nos damos cuenta porque es muy sutil la pérdida.
Comenzamos a reflexionas sobre la lengua, pero aquí viene la critica a
algunos lingüistas modernos, porque lo que han hecho es crear una fobia
al
estudio de la lengua porque nunca dicen por qué es importante la
lengua, y
eso, hace que los maestros no quieran saber nada de lingüística; de los
maestros que estamos en la profesionalización todos han pasado no sé
cuántos
cursos de lingüística y no saben qué es eso. Entonces comenzamos con lo
semántico, esto es, el significado de las palabras y me di cuenta de la
riqueza enorme que tiene la lengua; empecé a preguntar a los viejos
cómo
decimos el tiempo tule y miren lo que salió: los viejos dicen que el
sol es
el abuelo, el que camina mucho, el abuelo cuida la naturaleza, que
quiere a
la humanidad y no solamente a los Tule sino a todo el mundo. Aparece en
la
lingüística la expresión, “todos los pasos del sol es una danza”, llega
al
mediodía y dice que el sol va a descansar un rato rápidamente porque
tiene
que comer y seguir su camino y vuelve otra vez hasta caerse; si usted
pregunta a los viejos la hora por la noche, no van a decir “el paso del
sol”, sino dicen “el estado de la madre tierra” o sea que el sol es el
que
cuida en el día y por la noche nos cuida la madre tierra, nos acoge
desde la
sombra para que podamos dormir tranquilos.
Y cuando llegan las cuatro de la mañana ya la madre descansa y aparece
Venus, el lucero del alba. Si se pregunta qué hora es a las cuatro de
la
mañana, se dirá que el flechero, el guerrero del espacio, está
despierto
para entregar la labor a su hermano el sol. Me di cuenta, con toda esa
historia, que el sol y Venus son hermanos y la tierra es la madre.
Dentro de
la tradición aparecen ocho hermanos que están en el espacio, que son
los que
cuidan todo el universo, la naturaleza y surge una palabra muy
interesante
que es “neka”, la casa; cuando los viejos dicen por la mañana: “Qué
tiempo
tan bonito, qué casa tan bonita”, mi casa no es solamente donde yo
duermo
con mi familia, sino que el universo es mi casa. Comencé a preguntar a
los
viejos sobre los planetas que tenemos, quiénes son, y me dicen: “Son
nuestros abuelos’. El día que muere un Tule lo que hace es irse a las
capas
de la tierra y cuando está en la última capa, pertenece al universo;
puede
ir a la luna, a las estrellas para fortalecer los rayos del sol, a la
madre
tierra. Todo esto estaba sepultado pero cuando los viejos lo
comprendieron,
se dieron cuenta que la lingüística era fundamental para la reflexión
sobre
la historia y la cultura.
Los viejos me decían: ‘¿Pero usted dónde aprendió todo eso?” y empecé a
pertenecer al grupo de los sabios de la comunidad; eso me permitió
ganar un
espacio fundamental porque lo que yo estaba haciendo con la propuesta
curricular desde la cultura, era muy importante. Cuando compartí con la
comunidad lo relevante de la educación desde nuestra cultura y que era
la
única forma de garantizar nuestra supervivencia en esa avalancha de
otras
culturas del mundo, comenzamos a reflexionar.
1- Qué tipo de escuela queremos para el futuro.
2- Qué tipo de maestros queremos para las comunidades.
3- Qué tipo de hombres, de sociedad queremos para nuestros hijos.
Para reflexionar todo esto tuvimos que criticar la escuela oficia1: que
no
sirve, que no ha dado fin una respuesta y comenzamos a plantear que el
maestro debe cambiar toda la concepción que le transmitieron en la
Normal.
Esta fue la primera piedra que encontramos: el maestro debe investigar
su
cultura porque no sabe nada de ella. Pero para investigar necesitamos
la
colaboración de los viejos y ellos no comprendían por qué debíamos
recorrer
ese camino. Conseguimos pues financiación para comenzar toda una
proyección,
eso fue en los años 87, 88, 89, y mandamos gente a Panamá, al Darién,
al
Chocó, donde viven los Tule, a investigar, esa investigación de los
maestros
venía a la comunidad y de allí salía la propuesta curricular.
Pero nosotros tampoco nos enfrascamos solamente a nivel cultural, sino
que
comenzamos a pensar en Urabá, en la problemática del Plan del Pacífico,
la
problemática que implica la apertura económica, el puerto libre que
estaba
en ese momento sonando en Urabá, la cuestión del banano, el pIan
nacional de
los japoneses que van a venir, y los viejos estaban muy preocupados
porque
había que enseñar no solamente la lengua Tule y español, sino el
inglés. Un
punto importante que surgió alrededor de la reflexión sobre la
pedagogía,
fue: en la escuela oficial se dice que el niño es el centro de la
educación,
después viene la comunidad escolar, los maestros, etc. Pero cuando
profundizamos a nivel teológico de la cultura Tule, nos dimos cuenta
que no
es el niño el centro de la educación sino la madre tierra porque la
teogonía
Tule plantea que el hombre, desde que está al servicio de 1a madre
tierra,
para defenderla, para morir defendiéndola; tenemos que preparar como
guerreros a los niños para la defensa de la madre tierra y mire lo que
está
pregonando el mundo: el cuidado de los recursos naturales la defensa de
los
ríos, etc. Lo que la cultura Tule ha venido transmitiendo hasta hoy.
Otra cosa fundamental que quiero analizar a nivel de la lengua es
acerca de
la numeración, porque también a partir de la matemática de occidente
estábamos perdiendo toda la elaboración matemática que mi pueblo Tule
había
logrado desde miles de años y nos dimos cuenta que la matemática Tule
es
lógica no es operacional, teológica filosófica; por ejemplo el número
uno
significa “único, suegro”. El numero uno parte del suegro, porque en la
cultura Tule él es importante en las decisiones: uno debe casarse una
sola
vez; con la mujer que te cases, te vas a morir con ella y los suegros
se
convierten en padres. Vemos una diferencia entre las dos
conceptualizaciones, es decir, mientras que en occidente la enumeración
no
tiene ninguna diferenciación de persona, objeto, animal, en la Tule,
además
de lo teológico, tiene 30 clasificadores numerales haciendo una
especificidad si lo que se cuenta es fruta, persona, animal del monte,
etc.
Actualmente hemos llegado a tercero de primaria ya con curricu1o
propio,
pero sin desconocer que estamos dentro de la cultura mayoritaria aunque
por
esto nos denominen minorías étnicas pero nunca nos hemos sentido menos
que
otras tenemos el mismo valor en cualquier parte del mundo.
Otra cosa que e sentido es que valorarse como hombre con su cultura,
hace
ver las cosas de otra manera: para mí el sol es diferente ahora; no es
un
astro, es mi abuelo y yo puedo hablar con él donde quiera; para mí las
noches son hermosas, cuando la luna está llena se cua1 es el
pensamiento de
mi pueblo; los poemas que hago son reflexiones que me ha enseñado mi
pueblo;
si logramos eso, no le tememos a nadie y podemos sentarnos a dialogar
con
cualquier persona porque nos respalda una identidad.
Saber de dónde se viene, quién es, hacia donde avanzar, son las grandes
preguntas que deben cruzar el proyecto educativo de una comunidad que
necesita dar respuesta a condiciones, culturales, ambientales,
económicas,
tecnológicas, en las cuales se desenvuelve el presente y debe ver
hacia el
futuro. En la medida en que la escuela sea un centro de reflexión, un
espacio de socialización de la cultura, lugar de recreación, en esa
medida
es futurista; si la educación no tiene en cuenta estas cosas, siempre
estaremos subordinados a la educación tradicional oficial. Nosotros
decíamos
que la escuela tule que estamos planteando debe ser un pequeño congreso
donde se reflexione sobre la historia; otra cosa fundamental que hemos
logrado que no solo el maestro es quien enseña la historia los viejos
que
vienen al salón de clase y los niño van donde está el sabio de la
comunidad
para que les canten en su hamaca la tradición de nuestro pueblo; para
aprender sobre 1a naturaleza los niños deben ir al monte, no quedarse
en la
escuela; estarnos cambiando la mentalidad a nivel pedagógico, a nivel
didáctico. La queja de los maestros es que no hay textos escolares, y
nosotros les decimos que los textos los encontrarnos en los viejos y
con las
mujeres que tienen esa riqueza cultural. Ahora ya viene un segundo
momento y
es comenzar a escribir nosotros los textos para la escuela y es lo que
estamos próximos a hacer.
También comencé a analizar la palabra “progreso”, cómo se entiende en
la
cultura Tule, y la palabra que lo representa es “naskuekala”:
nae es el verbo ir,
sa es la marca del pasado,
kue es el verbo hacer y
kala es un posesivo.
Por tanto, si yo quiero el progreso de mi pueblo debo caminar hacia el
pasado, debo conocer primero mi pasado para proyectarme al futuro
porque si
lo conozco y me alimento de el, tengo muchos mas elementos para dar una
respuesta al presente y al futuro. Otra cosa que descubrí en la lengua
Tule,
a nivel e tiempo, es que cuando los viejos hablan de una historia
antiquísima, por ejemplo la creación de la madre tierra, desaparece la
marca
del pasado, aparece la del presente y el futuro juntos; cuando los
viejos
cantan la tradición de una historia antiquísima no hablan del pasado,
es
como si estuvieran viendo el presente y lo proyectan al futuro.
Entonces es
un argumento más para pensar que la cuestión histórica es fundamental y
cuando los viejos hablan de Japón, de los ingleses, ellos dicen que son
los
que en un tiempo hubo, son los que hicieron un mal en la cultura Tule,
son
los que van a acabar con el mundo en el futuro; dicen que la historia
también se desplaza al futuro como un presagio de la muerte paulatina
de la
madre tierra; es una manera vital de ver el pasado hasta el punto que
el
conocimiento profundo de la madre tierra permite sentir su dolor;
cuando
recupero y reafirmo mi identidad, estoy en capacidad de retomar
elementos de
otra cultura, recrearla, transformarla y enriquecerla.
Las culturas no son estáticas, tienen también su proceso en relación
con
otros pueblos y en ese sentido hablamos de la interculturalidad: cuando
un
pueblo pude vivir haciendo diferencias con otro ejercita su identidad.
Pero
nunca se ha vivido 1a interculturalidad en nuestros pueblos porque
siempre
la cultura dominante ha subyugado, ha acabado con las culturas. ¿Por
qué los
Tule todavía existimos a pesar de la avalancha de las diferentes
culturas?
En el Golfo de Urabá fuimos los primeros en recibir a los españoles, a
Rodrigo de Bastidas le dimos de comer, le dimos agua y Juan de la Cosa
vio
tanta riqueza cuando llegó a la isla Española que escribió una carta al
rey
de España diciendo que había encontrado unos caníbales y quería volver
para
acabar con la cultura Tule pero no pudo hacerlo porque hicimos alianzas
con
los piratas, peleamos con la mismas armas de los españoles con el
arcabuz y
el cañón; todavía hoy en las comunidades aparecen cañones viejos.
Después
vino la avalancha de la iglesia católica, del Estado, ahora los
problemas
con Turbo, zona de ‘contrabandistas; Necoclí que es zona de turismo, la
violencia en Urabá, etc.; que podamos vivir todavía y después de tantos
siglos y acontecimientos, creo que es digno de admirar.
En ese sentido es que el marco conceptual de las escuelas indígenas lo
proporciona la historia, y a través de la historia los saberes
curativos,
agrícolas, astronómicos, matemáticos y artísticos. Afirmarse en lo
propio
prepara también para conocer lo ajeno, discriminando conscientemente lo
que
necesita apropiar de los otros, lo cual es fundamentalmente diferente a
la
asimilación impuesta inconsciente. Reconocer la realidad presente, esto
es
que más allá del límite del resguardo aparece ese espacio de
intercambio que
invade a la sociedad indígena, lleva a pensar que no sólo se puede
aprender
acerca de la cultura propia, hay que aprender acerca del Estado, de la
sociedad, del mercado, de la tecnología.
Nuestras sociedades indígenas, desde el momento del contacto, fueron
afectadas y cambiaron; estos cambios a veces se dan en una dirección
que no
es definida desde los deseos propios; se trata entonces de controlar
ese
cambio y darle dirección; tal dirección estará determinada por lo que
fuimos, lo que somos y lo queremos ser y para esto hay que conocer la
lógica
y la cultura de la sociedad del indígena. No es marginación el
aislamiento
físico y social, pues de hecho ya ninguna sociedad está aislada, aunque
sí
marginada; se trata de promover y ejercer la autonomía, lo propio, pero
también el diálogo intercultural, el intercambio de saberes, lo cual
supone
que nosotros sabemos y tenemos conciencia de nuestros saberes. La
educación
es tarea fundamental para las organizaciones indígenas de Antioquia en
donde
planteamos que la política cultural es un pilar del desarrollo y que la
educación es prioritaria. Dentro de la educación intercultural está la
escuela de los niños, la preparación de los maestros, su
profesionalización; esta la preparación de los líderes de las
comunidades,
de los administradores del futuro: en e1 Congreso de la Republica se
esta
hablando de 1as entidades territoriales indígenas y si nosotros no nos
preparamos, esa constitución del 91 va a permitir la muerte de las
culturas
indígenas.
Yo digo que la participación política es sumamente importante, pero yo
no
creo que sea la única alternativa; podemos tener Senadores de la
República,
Concejales, Alcaldes, pero eso no garantiza el futuro de las
comunidades
indígenas. Lo que garantiza el futuro de las comunidades indígenas son
los
niños, la escuela que estamos construyendo.
En la escuela indígena, se traduce la necesidad de enseñar el idioma
español que es fundamental, sobre el cual se debe dar una
racionalización
tan fuerte como sobre la lengua propia, porque a partir de la
lingüística he
encontrado que detrás de cada prefijo, de cada morfema, de cada sufijo,
de
cada verbo, está el pensamiento de una cultura. Cualquier lengua del
mundo,
porque no solamente son las lenguas indígenas, sino que todas las
lenguas
son muy importantes para nosotros; lo que pasa es que las lenguas
indígenas,
corno ha ocurrido con las lenguas criollas, han sido marginadas sin
darse
cuenta de la riqueza que hay en ellas.
No facilitar el conocimiento del idioma español en las escuelas
indígenas es
mantener la dominación sobre el indígena; pero la enseñanza bilingüe en
la
escuela se asocia a la escritura, elemento nuevo que genera una ruptura
con
la manera como se fijan los acontecimientos en la memoria colectiva; la
escritura, a la cual han accedido algunos indígenas, ha creado nuevos
roles
en cuanto da prestigio a quienes la conocen; el texto escrito ha sido
hasta
ahora un vehículo de comunicación con el Estado, ahí nace la nueva
memoria y
las nuevas comunidades asumen el manejo del texto jurídico para darle
validez a los derechos; asumen en lo posible las matemáticas para
participar
en las relaciones de mercado. Estamos diciendo que debe cambiar la
pedagogía
de la enseñanza del español en las comunidades indígenas, porque tal
como
nos lo enseñan no garantiza su verdadero aprendizaje; al contrario,
cuando
el niño indígena termina la escuela primaria no sabe ni la lengua
indígena,
ni el español
Ante esta realidad, es urgente estimular e impulsar la escritura en la
lengua propia y convertirla en medio de proyección cultural, en
instrumento
de comunicación; hasta ahora la comunicación escrita y en español es la
que
se tiene con el Estado, por eso aparece también como elemento de
ascenso
social de quien la posee y en él la comunidad delega su representación.
Desde la interculturalidad, desde el respeto al otro, la valoración de
lo
propio, debe verse la importancia de la acción de la escritura en
lengua
propia; sería también un bello sello de la identidad, porque cuando
hablamos
a nivel de la escritura es más a nivel político porque los viejos se
están
muriendo en las comunidades; es urgente empezar a escribir las
tradiciones.
Una verdadera educación desde la cultura también debe tener muchas
formas de
expresión no verbal no escritas que dan cuenta de las profundidades del
ser
étnico y que se conservan como formas de resistencia cultural; es el
caso
de las de variadas representaciones artísticas, de la gestualidad,
etc.;
atender a estas formas de comunicación es posibilitar la dimensión
creativa
1ª combinación de elementos y sentidos a partir de la producción
milenaria,
es volverse consciente de aquello que lo diferencia en sus
particularidades
sin que esto signifique ser inferior; porque también se ha heredado e
interiorizado la subvaloracion a lo largo de los años.
Para terminar, digo, de acuerdo a la experiencia que hemos tenido con
la
Profesionalización de los Maestros Indígenas en Antioquia, que es
necesario
que ellos tomen conciencia y amen su cultura para que tengan una
actitud de
respeto y valoración a la vez que cuidan transmitir ese deseo de
conocer lo
propio. Y una de las maneras de lograrlo es a través del enfoque
lingüístico. Con los Maestros Indígenas más que empezar por lo
gramatical,
hay que empezar a repensar su lengua, partiendo del significado de las
palabras.
Cuando un maestro descubre lo que significa Jaibaná a partir de
descomponer
la palabra y leer los sentidos que encierra, entonces se entera de las
maravillas de su cultura y se dispone al conocimiento de lo que creía
conocido.
Así decían inicialmente: Jaibaná es experto en espíritu. Luego, cuando
se
encuentran que:
JAI, es espíritu,
BA , es trueno y
NA , es el que va adelante.
Pero JA! a su vez puede segmentarse y
JA , significa chupar ,
I, significa boca.
Entonces, alguien que va adelante chupa el espíritu con la boca y eso
es
efectivamente lo que hace el Jaibaná cuando la boca se acerca al cuerpo
y
chupa porque existe un mal adentro.
Las palabras entonces se convierten en claves para la formación de la
sociedad indígena del futuro y la escuela es un campo de
experimentación
donde dejamos nuestros mejores esfuerzos.
La historia de vida referida es de muchas personas de las etnias que
conforman nuestra realidad latinoamericana, que con el deseo de
trascender y
socializar su cultura, pierden su conciencia social e histórica al
entrar en
relación con la sociedad mayoritaria.
Por eso se requiere de una escuela intercultural donde la historia y la
lengua sean los pilares en la búsqueda de la identidad de cada pueblo.
Septiembre 24 de 2005.